La expulsión del paraiso

Martes, 19 de abril
Llega la lluvia
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(Castro de Cidá-Dolmen de Dombate-Batans de Mosquetín-Playa Balares-Pl. Ermida-Pl. Barizo-Pl. Baldaio)

Los chicos, que al final resultaron ser solo dos, no dieron ningún problema y los mayores resultaron ser bastante más escandalosos que los chicos (con discusión entre ellos incluida) pero a las 22,30 estábamos en la cama y a las 23, durmiendo.

Hoy nos hemos despertado un poco mas tarde y el día aparece gris. Las previsiones dan lluvia e incluso tormentas con “aparato eléctrico”. Como necesito el sol (bromeando digo que para “fotosintetizar”) su falta me produce una bajada de ánimo, por lo que un poco triste, dejamos este precioso lugar para dirigirnos tierra adentro, hacia los batans do mosquetin.

Pero de camino hicimos dos paradas, la primera para visitar el Castro de Cidá que se encuentra de Laxe en dirección hacia Baio, después de As grelas. Una señal en la misma carretera donde hay un aparcamiento, señala el lugar.

Dejamos la camper y un cartel nos indica el castro a 300 m, pero una vez pasado un arroyo, el camino se bifurca sin indicación alguna y yo elijo la izquierda, que asciende. Arriba, una vez más el camino se vuelve a dividir sin señal alguna. Decido “inclinarme a la izquierda” y acierto.

Un poco mas adelante, y esta vez a la derecha está una de las entradas a este castro. Ha comenzado a llover y el paraguas es necesario. El castro está muy bien conservado y el lugar es toda una belleza. Pero la cámara de fotos vuelve a fallar. Ahora no se enciende. Utilizo el teléfono móvil que aunque no tiene buena cámara me saca del apuro y ahora comienzo a sospechar que la pila puede estar fallando. De regreso la cambio por otra y funciona.

Continuamos nuestro camino y una señal en la carretera indica el dolmen de Dombate a 1 km por lo que decidimos hacer aquí nuestra segunda parada. Y llegamos a un impresionante complejo que parece cubrir este dolmen ocultándolo de la vista. Está cerrado y hasta las 11 no abren. Quedan tan solo 20 minutos y no cesa de llover, así que nos dispusimos a esperar pensando que debería ser muy importante para todo el complejo que han construido alrededor de él.

A la hora en punto abren. El centro parece nuevo y aun sin terminar. La entrada, una vez más y sorprendentemente para nosotros, gratuita. De nuevo pensamos que sigue sobrando el dinero, por que el montaje aquí es espectacular. Hay dos edificios, uno, el de la entrada, que alberga una exposición y otro mayor que cubre el dolmen, separados entre sí unos 50 metros. Y este segundo es espectacular por tamaño y diseño.

En el centro de este edificio está el dolmen. De gran tamaño, tiene unos 24 metros de diámetro y casi dos metros de altura. Hay un perímetro marcado por piedras planas situadas alrededor y horizontalmente del túmulo interior formado por piedras bien trabadas. Tiene un corredor de cuatro metros de largo. Es uno de los más importantes de la península y destaca no solo por su tamaño, sino por que en el interior de sus paredes aparecieron restos de pinturas además de 20 pequeños ídolos. Data de entre el 2.500 y el 3.000 a.C.

Me resulta curiosa la similitud con los de Newgrange en Irlanda, aunque estos últimos son de tamaño espectacular comparado con éste, y a mi pregunta me responde que corresponden todos a una misma cultura. Dólmenes similares están dispersos por toda Europa. Lo sorprendente para mi, es su semejanza con los de una isla tan lejana.

Luego intercambiamos opiniones sobre la gratuidad de la entrada, manifestando también su acuerdo con nosotros en que desde el punto de vista práctico es incomprensible, aunque parece ser que hay temas “políticos” por medio, no aclarándose entre las distintas Administraciones. Una vez más.

Sacamos el tema de Manfred (Man), del estado de deterioro de algo que ha sido todo un símbolo y que ha formado y forma parte de la cultura de este pueblo. Y nos deja absolutamente perplejos cuando nos dice que a su muerte dejó 120.000 euros, supuestamente del cobro de la entrada a su particular museo, y que estos 120.000 euros se los ha comido el Estado. Me resulta tan incompresible y casi “Kafkiano” que me es difícil creerlo, así que hago un leve “barrido” por Internet para comprobar su veracidad y encuentro textos en distintas páginas como los siguientes:

“…Mientras esto ocurre el museo de Man está cada día más abandonado, su obra pictórica y escrita se deteriora, su propio dinero (120.000 €) está punto (si no lo ha sido ya) de ser requisado por Hacienda; y algún otro etc., todo fruto de las indefiniciones administrativas…” (http://www.artifexbalear.org/man.htm)

“…Aunque en el banco tenía 120.000 euros, fue el ayuntamiento el que costeó el sepelio…”. Un poco después cuando hace referencia al inventario de sus bienes, dice: “…más de 5.000 libretas de gusanillo dibujadas por las personas que visitaban el museo. Era la condición para entrar en su mundo: "Veinte duros y un dibujo". Fueron tantas visitas que alcanzaron para reunir 120.000 euros. Los dejó para preservar su museo, quizá con un valor artístico relativo, pero que situó Camelle en el mapa… “ (Febrero de 2007) (http://www.elpais.com/articulo/Galicia/legado/Man/acumula/polvo/elpepiautgal/20070218elpgal_14/Tes)

“…Los 120 000 euros fueron a parar a manos de Hacienda, al no utilizarse en el tiempo estipulado por la ley…” (Enero de 2009).
http://mandecamelle.blogspot.com/2008/11/la-segunda-y-lenta-agona-del-alemn-de.html

Así que es verdad. Sin comentarios.

Continuamos nuestro camino hacia los batans de Mosquetín cuya señal aparece a la derecha a un kilómetro de Baio en dirección a Zas (49º09.247';-8º59.173) cuando yo esperaba que fuera a unos 4 km como había leído en alguna descripción .

Una estrecha carretera de esas en las que solo cabe un vehículo y uno cruza los dedos para que no aparezca ningún otro en sentido contrario, nos lleva en un kilómetro y medio hasta ellos. Allí el aparcamiento es…¿escaso?, bueno realmente caben dos vehículos, o quizás alguno más, en una especie de ensanchamiento que hay en la misma carretera, frente a una casa.

Nos encontramos con un joven que se ofrece a guiarnos la visita. El conjunto está formado por varios edificios de planta rectangular situados entre el río y los canales dispuestos a ambos lados. En total son siete molinos y tres batanes.

En el primero, nos muestra un molino de maíz cuya piedra, al parecer, es distinta de la utilizada para moler el trigo. Aquí, por las condiciones climáticas, es más fácil el cultivo del maíz que el de trigo.

El siguiente edificio alberga tres batanes, uno a continuación de otro.

El batán es una máquina destinada a transformar unos tejidos abiertos en otros más tupidos. Nos dice que cuando las mantas eran tejidas, entre las fibras había mucha separación cabiendo entre ellas un dedo. Están impulsadas por la fuerza de una corriente de agua que hace mover una rueda hidráulica, que, al igual que en los molinos de trigo que conocemos, activa los mazos que posteriormente golpearán los tejidos hasta compactarlos. Así, durante un mínimo de 12 horas (si la lana era de oveja joven) hasta 24 (si la lana era de oveja vieja) estos mazos golpeaban los tejidos de lana hasta convertirlos en mantas.

Subiéndose a una rueda para hacerla girar, nos demuestra el funcionamiento de ellos, lo que nos resulta muy interesante.

Finalmente entramos en el último que tiene un molino de trigo.

Cuando termina la visita (breve e interesante) le preguntamos el precio nos dice que es gratuita. Una vez más no dejamos de sorprendernos. Y una vez más manifestamos nuestra perplejidad. Seguimos pensando que una pequeña entrada podría contribuir a la conservación de estos lugares, pagando además puestos de trabajo, tan necesarios en esta época de crisis . Nos dice que depende de la Diputación y una sociedad quienes no desean cobrar la entrada. ¿Seremos ricos –los españoles en general o los gallegos en particular- y no lo sabemos?. Además nos comentó que vienen ciudadanos de otros países a verlo, como franceses e italianos. Los primeros, dado como funcionan en su país, alucinarán en colores con estas cosas “españolas” ¡qué desperdicio y qué pena de política y políticos” mucha gente a verlo, franceses e italianos. ¡que desperdicio! ¡qué pena de políticos!...

Paseamos por el exterior de este conjunto enclavado en un lugar idílico por su belleza y tranquilidad.

Y aquí parecen terminar nuestras visitas interesantes por hoy, porque el resto del día pululamos de un sitio a otro, sin aparente fin.



Así nos dirigimos en primer lugar a la playa de Balares (43º14'33.23N; 8º56'28.24O) aunque nos desviamos unos 100 m antes a la derecha donde una señal lo indica, sin hacer caso al tom-tom. Hay un bar y al fondo, una zona llana buena para pernoctar aunque quizás algo solitaria. La playa es bonita con un hermoso pinar.

Después de dar un paseo por ella con paraguas en mano, por supuesto, pusimos rumbo hacia Corme, a la Playa de la ermida para comer (43º15'52.14N;8º57'00.70 O).



Pero antes decidimos continuar recto para llegar a un cruce donde se encuentra un crucero con un curioso petroglifo “A pedra serpente" que representa una serpiente alada en la base de la cruz. La autoría de la escultura es discutida, pero se asocia a los cultos precristianos a las serpientes, relacionado, según algunos historiadores, con la llegada de los celtas, que tenían como símbolo heráldico la serpiente. La leyenda cuenta que esta zona era inhabitable debido a una plaga de serpientes. San Adrián, que se encontraba predicando por allí, golpeó fuertemente con el pie en el suelo, desapareciendo aquella terrible plaga. Todas las serpientes fueron a cobijarse debajo de aquella piedra, quedando una de ellas petrificada en señal de este hecho. Como símbolo de la cristianización de este lugar se le puso una cruz encima.

Una vez en la playa de la ermida, la presencia de varios preservativos delata lo que debe ocurrir aquí por las noches, por lo que no sería un sitio muy recomendable para pasar una noche…tranquila. Pero antes de comer decidimos acercamos a la playa y encontramos una auténtica guarrería. La mar, en alguno de estos fuertes temporales que ha habido durante el invierno, había devuelto todo tipo de deshechos tirados desde los barcos depositándolos en la playa y convirtiéndola en un auténtico estercolero. La ausencia de limpieza había hecho el resto.¡una lástima! Más de lo mismo.

De la playa de la ermida, a la de Barizo, donde nos encontramos una carretera que muere y sin posibilidad de dar la vuelta, por lo que salimos marcha atrás. De esta playa, nada importante que destacar, excepto que el mar se había vuelto a llevar parte de las pasarelas que aparecían tiradas. Mucho desperfecto causado por el mar por estos lares. Angel muy enojado, dijo que no quería ver ya más playas, y como el tiempo tampoco acompañaba ya que el día continuaba gris plomizo y seguía lloviznando, decidimos dirigirnos a lo que sería nuestro lugar de pernocta por hoy.

Pasamos por Malpica de Bergantiños y descubrimos la playa de Razo, plagada de surferos. Un sitio de espectacular belleza y casi salvaje, pero el aparcamiento estaba inclinado, por lo que sin hacer fotos esta vez porque la tarde se escapaba, nos dirigimos hacia la playa de Baldaio (43º18'10.32N;8º39'25.65 O).


Y aquí estamos. El sitio es una preciosidad, aunque tenemos que confesar que lo primero que llamó nuestra atención es el supuesto avistamiento de delfines muy cerca de esta playa, avistamiento que pudimos confirmar con nuestros prismáticos, aunque aquí parecen ser habituales ya que excepto un señor que también los observaba, los demás disfrutaban de las vistas sin prestar mayor atención a este grupo, que parecía ser grande. Asomaban sus aletas y a veces la nariz de forma intermitente y fueron alejándose lentamente hasta perderse.

A nuestra izquierda tenemos una pequeña playa, salvaje y tranquila donde las olas van a morir con relativa tranquilidad si lo comparamos con el rompeolas que tenemos a nuestra derecha. Aquí las olas se estrellan con violencia levantando espumarajos y produciendo un ruido ensordecedor. Nosotros estamos en medio, en un pequeño otero.

En principio habíamos pensado irnos ya que aquí hay dos campings (uno, por cierto, llamado “los delfines”). Pero el sitio era tan hermoso que decidí preguntar a un lugareño quien me dijo que no había ningún problema si solo era por una o dos noches y que en verano solían quedarse varias autocaravanas, aunque en la explanada próxima frente a la pequeña playa. Este sitio donde estamos es más espectacular. Eso sí, el aparcamiento está algo inclinado y no queremos sacar los calzos para pasar más desapercibidos. Ahora ya nos hemos quedado solos ya que los pescadores que había y otros curiosos que se asomaban al paisaje se han marchado. La noche ha caído ya. Ahora disfrutamos de los sonidos del mar y hasta hace unos momentos, de la vista de un embravecido mar que se estrellaba furioso contra las rocas que teníamos frente a nosotros levantando y esparciendo agua. Posiblemente, nuestra última noche mecidos por el sonido del mar…

Miércoles, 20 de abril
Terminamos.
(A Coruña-Sarriá-Astorga)


El día amanece también grisáceo y amenazador. Me he despertado a media noche preocupada por que sospechaba que durante nuestro sueño la marea iba a subir y si ya con marea baja estaba tan revoltoso, me producía cierta preocupación como podría estar con la pleamar. Pero no había motivo.

Desayunamos y ponemos rumbo a A Coruña, para rematar nuestro recorrido por la Costa da Morte.


Mientras que entramos en la ciudad me siento, una vez más, como “expulsada del paraíso”. Atrás quedó la paz, el azul del mar, su sonido, la belleza de estas playas, y la serenidad que su disfrute produce. Ahora entrábamos en la ciudad y nuestra primera tarea era buscar un aparcamiento, lo que resultó totalmente imposible dirigiéndonos hacia la Torre de Hércules, que majestuosa e imponente se levanta como un gigante asomado al mar.

Dejamos aparcada la Camper y a Tula en ella, para visitarla. Autocares llenos de turistas los descargaban aquí. Luego, tras comprobar que grupos de lo que parecían americanos se movían por la ciudad, pudimos ver un enorme trasatlántico anclado en el puerto. Nos dijeron que últimamente los visitaban uno a la semana. Y ¡como no! Primera anécdota del día: en la taquilla uno de ellos, sudamericano, pregunta si hay ascensor para subir. Muy sería, la taquillera respondió que no. A mí me dio un ataque de risa, sobre todo cuando oí a Angel decir bajito: “sí, hombre, romano, no te jod…”

Bueno, después de esta anécdota, nos dispusimos a subir a esta emblemática torre. Parece que su origen se atribuye a la lucha sostenida victoriosamente por Hércules contra el gigante Gerión. Derrotado éste, Hércules hizo que los huesos de su cabeza fuesen enterrados en los cimientos de la torre que allí mando construir.

La tradición considera que el faro de Hércules tiene una antigüedad de tres mil años a lo largo de los cuales ha sufrido varias vicisitudes y transformaciones. Galeses, irlandeses y escoceses conservan leyendas relacionadas con este faro.

Al parecer se admite que el faro fue construido en el siglo II d.C. siendo emperador Trajano. Su historia habla de la invasión de los normados , de luchas entre familias feudales durante los siglos XV y XVI, del pirata Drake y su sitio a esta ciudad que dejó el faro casi en una ruina, hasta que en el XVIII se decidió su reconstrucción, cuyo resultado podemos contemplar hoy en día exceptuando los lógicos cambios en los sistemas de iluminación.

Tras disfrutar de las hermosas vistas de la ciudad que se tienen desde arriba de la torre y pasear por la rosa de los vientos, decidimos recoger a Tula para irnos a visitar el casco viejo de la ciudad. Un pequeño y coqueto tranvía captó nuestra atención y pese a que nos temíamos que no podríamos subir con Tula, fuimos a preguntar. Y aquí, la segunda anécdota del día, también protagonizada por el curioso carácter americano: mientras que yo preguntaba al conductor si podíamos subir con la perra, una pareja, sin preámbulos, interrumpiendo sin esperar, ni pedir disculpas, preguntaron al conductor en un perfecto inglés americano cuánto costaba el tranvía. El conductor no les entendía y ellos insistían así es que para que nos dejaran en paz, le traduje la pregunta. Pero luego vino otra más, si tenían que pagarlo allí mismo. Después de ser la improvisada “traductora” de esta “educada” pareja, nos alejamos con Tula, sin escuchar un simple “gracias” o “thank you”, dispuestos a recorrer andando lo que nos separaba del centro, unos diez minutos a pie. Y es que el tiempo quiso acompañar toda la visita a la ciudad ya que si bien había nubes, éstas no eran amenazadoras.

Comenzamos por la Plaza de María Pita, espaciosa y grande para continuar por las cercanas calles peatonales llenas de gente que iba y venía.


Después nos acercamos a su casco antiguo, donde la tranquilidad contrastaba con el bullicio de las calles cercanas a la esta emblemática plaza. Visitamos la hermosa iglesia de Santa María del Campo y transitamos por sus calles y serenas plazas hasta las murallas para regresar al puerto y contemplar sus famosos balcones acristalados que miran al medio día. La hora de la comida nos sorprendió y decidimos quedarnos en alguno de los restaurantes que ofrecían su menú a los turistas y como el tiempo así lo permitió, degustamos ésta en una terraza viendo pasar a la gente, lo que para mí supone ya un espectáculo. Tula debajo de la mesa se portó muy bien. Luego nos regalamos un buen helado que compartimos con ella para iniciar el regreso en todos los sentidos: regreso a la autocaravana y hacia casa.



La lluvia nos había respetado. Tanto, que nada más entrar en la autocaravana comenzaron a caer unos enormes goterones. Esta lluvia, intermitente, y acompañada de tormentas, no nos abandonó ya hasta el día siguiente.

Hicimos una breve parada en Sarriá, en el Monasterio de Samos ya que un familiar de un compañero de Angel es fraile aquí y le dijo que si pasábamos cerca, preguntáramos por él. Pero nuestra suerte se había quedado en A Coruña, ya que justo cuando llegamos comenzaba la celebración del funeral por una monja cuya duración prevista era de una hora, y ni siquiera podríamos visitar el Monasterio, así que decidimos continuar con nuestro regreso hasta donde llegáramos.
Unicamente hicimos una parada en la hermosa localidad de O Cebreiro que además de disfrutar de unas espectaculares vistas, presenta una arquitectura popular que inmediatamente me transportó unos años atrás, a la zona leonesa de Los Ancares. Un conjunto de pallozas perfectamente conservadas y cuidadas, salpican sus empedradas y cuidadas calles. El olor a leña quemada, la luz del atardecer, la tranquilidad y el sosiego me transportaron a otros lugares salidos del pasado, quizás de los sueños o de una novela...no parecía real.

La dejamos atrás para dirigimos al área de Astorga, que ya conocíamos. Su situación es más bien solitaria por lo que la vez anterior nos desviamos a lugares más "habitatos". Pero esta vez había varias autcaravanas estacionadas. Claro, era la víspera de la Semana Santa.


Pero nuestra sorpresa vino inmediatamente después. De una flamante autocaravana, nueva, salió nuestro amigo José Luis (Obelix en Acpasion) a quien no habíamos visto desde su estancia en el hospital, hace más de un año. Y con ellos compartimos unas palabras y alegría por vernos, por el estreno de su autocaravana y sobre todo, por encontrarle bien, no sólo a él, si no a su compañera Yolanda que estuvo en todo momento a su lado. A veces, quizás por ser "secundarios" a la persona que lo sufre directamente, nos olvidamos de aquellos que igualmente sufren con los protagonistas.

La lluvia no dejó de caer durante la noche y a la mañana siguiente, cesada ya ésta pero con los cielos grises y amenazadores, les dejamos dormidos para terminar nuestro viaje a la hora de comer.


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